Nace una escuela moralizadora y humana
- Epifanio Estrada

- 5 sept 2023
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La nueva escuela tiene esencias de un camino que va de lo inagotable a la eterna luz. Su nacimiento en medio de ciruelos, pitayos, mezquites, resulta un verdadero templo con estelas luminosas o votivas. El efecto es esplendoroso. Es la riente naturaleza fértil dentro de la armonía humana.
Todos aprendemos por lo sencillo, y lo sencillo y humilde está allí, no digo pobre, porque a veces, las grandezas terrenales resultan mucho más pobres, estériles, inútiles y humillantes, si para lograrlos hubo de hollarse la vida y la dignidad de los pueblos, como la de los individuos.
El credo de la enseñanza, el esfuerzo educativo, la fe en la libertad, el amor por lo que existe y por la creatividad que es un proceso del vivir, deben abarcar sólo un método de estudio, pero ilimitado, porque el estudio es eterno, ya que el progreso, es infinito e indefinido; entonces, la nueva escuela debe ser científica y creadora, llevará como coraza un alto grado de moral, de moral, sí, para hacer que el estudio resulte completo y sin vacíos difíciles de llenar. Es necesario comprender, observar y aprender siempre; que la personalidad del niño nunca esté dividida en fragmentos convencionales para no separarlo nunca de las reacciones afectivas que lo ligan con la naturaleza de su medio ambiente, que tiene por fin no solo la enseñanza, sino la vida.
El maestro llegó. Todos vestíamos de fiesta. Sumábamos con él, tres. Tres esperanzas frente a una parcela virgen y fecunda; tres adalides en brioso corcel; tres vidas con potencialidad del átomo; tres seres con ansias de confundirse en la inmensidad de la luz y de la vida, para moverse y gozar de una conquista que ha de seguirse aún después de la hora del tránsito.
Los saludos y las presentaciones fueron muy familiares, como de viejos amigos. Ya nadie dudaba que el nuevo maestro sería una positiva guía de luz y de ventura. Su carácter se hizo acogedor, tal vez porque se identificaba como cuando la "luna va siguiendo a la tierra y la tierra se regocija cuando el sol la besa", como el vendedor de auroras, entregando amor que baja del cielo e inundando con purísimo efecto a todo lo creado.
Abuelito había logrado su propósito: una escuela abierta para todos y un maestro al servicio de todos. Ahora su pequeña comunidad tiene la palabra. Con verdadero beneplácito le responde, pues pocos días bastaron para que la modesta escuelita se llenara de gorjeos, risas y cantos. Se había entrado de lleno a la exploración del conocimiento. Los niños formábamos la primera cadena de hermandad con distintos matices, pero un solo querer y, por eso mismo, era más hermosa y dispuesta a adentramos a buscar aquello que viviéndolo, no lo sentíamos o no lo tomábamos en cuenta, aunque se estuviese pegado a su naturaleza, como la gran máquina olímpica frente a la majestuosa catedral de la vida.
La pizarra y el libro tuvieron que esperar algunos días para ser usados. El maestro, convertido en un diseñador profundo de la vida vegetativa, hace evocar con asombrosa realidad la estructura dinámica que impera en todas las plantas y en todos los seres con sus diferentes ciclos de vida. Habla de las minúsculas cosas con tanta profusión, que una molécula se agiganta ante la sabiduría de los hombres, si su sin par creación refulge como alimento de espíritus progresados. Nada hay que nos separe. Nos hace comprender que la ley de la vida está regida por espacios infinitos tan asombrosos, que somos sólo un incentivo más de cada estructura viviente que brota de su ternura, de su amor y de su luz.
Con elocuencia y pureza de sentimientos, expone abiertamente el significado de todas las cosas para valorizarlas, quererlas y comprenderlas después. Así es como nos señala el holocausto del vapor, transformándose en hada prolífera para convertirse en un arroyito cristalino, como labio matinal del cielo; el sonreír de la aurora, como una doncella celestial ataviada de una pedrería de rosas formando un mosaico de estrellas boreales; el batir del viento, como el oleaje sempiterno que es trasunto de la claridad de los mundos y de los cielos; el trino de las aves, que de rama en rama se escucha, como partida de renacimiento que brotan de las plantas o de los nidos en hamacas de tibio invernadero; a la magia espectral de la noche, con su manto de reposo y elocuente enseñanza bañada de sondeos ultraterrestres que el alma difícilmente puede soportar; del remanso hecho vaivén de hojas, convertido en risas jacarandosas que coloran la vida de las aves y la de los insectos; de la HERMANDAD, en fin, que reina entre todos los seres para provocar en nuestro ánimo, el fruto que ha de alimentarnos con el plan de la concordia, de la benevolencia y de la paz de todos, en una ronda interminable de jovial comprensión.
Fuimos protagonistas incansables de sus conocimientos y de la entrega total de su noble cometido, logrando en nuestra entidad, un despertar de ensueño, pulso en la sangre incesante y aliento hacia el estudio y a la interesante experimentación.
Los sábados de cada semana, salíamos a recorrer los campos para comprobar, explorar y descubrir algo más, de lo mucho que nos había enseñado durante la semana, y para seguir aprendiendo otras tantas cosas tan atrayentes que hay dentro de ese enigma que es la naturaleza. Era verdad todo. Entre adaptaciones y mutaciones, las plantas silvestres y los animales indómitos, tienen un lugar específico en la comunidad selvática para sobrevivir y poblarse. Vimos admirados, originales ejemplos de adaptación: el de la ardilla para trepar a los árboles con suma rapidez y seguridad; el del conejo y la liebre, rápidos cual saetas en diversos horizontes; la del venado, figura de faustosa belleza orgánica y enigmática en su huida o goce deleitoso; la de la hormiga arriera, inigualable para transportar a sus crías y alimentos, etc. La expresión de agresividad entre ellos, tiene un alto sentido constructivo o inteligente, ya por el don del dominio, tratase de la manada, parvada, del lugar de residencia o por la hembra. También hay otras manifestaciones, tales como la de algunos pájaros que expresan su cólera cantando o como la "rana que salta pesadamente sobre el lomo de las otras o del cordero que baja la cabeza cuando se siente irritado". Hay otra forma más elocuente o más sublime que se advierte en ellos y es en sus romances, pues sus descargas magnéticas o fluídicas son tan fuertes, afines como profundas, que no hay ser humano que se compare a ellos por su diáfana como elocuente finura de formas, pues hay pájaros que manifiestan esa pasión con flores; otros, con diminutas plantitas, otras más, con arrullos candorosos. Nuestros enigmas con alas, como la paloma, el chuparrosa, el gorrión, el pájaro carpintero, la calandria, el correcaminos, etc., todos son atrayentes, son un espectáculo que llena al espíritu en toda su inmensidad, como si él mismo tuviera alas; un pájaro, en fin, en un "avión viviente en miniatura, es el arquitecto del cielo, es la Galaxia en espiral errante y centrípeta por razón de su existencia".
¿Qué secretos entonces, encierra una gota de agua o un grato como minúsculo terroncito de arena? A falta de microscopio, solo pudo decirnos — el maestro-, que es un mundo invisible en donde se libran a diario toda clase de combates, donde toman parte diminutos ejércitos que luchan por su supervivencia diaria. El límite que marca la frontera entre el mundo visible e invisible, es el MILÍMETRO.
Todos forman esa coyuntura irrompible, maravillosa e indispensable para que la imagen de la cultura tenga un asiento en la realidad de las cosas porque crean y avanzan, porque estimulan y fustigan, porque admiran y corrigen, tiran y levantan, ven y oyen, hablan y callan, modelan y construyen y, sobre todo, enseñan el misterioso paraíso de la vida en su fecunda diversidad, como la savia del pensamiento que es vibración eterna, que es péndulo y ósculo que asciende y transforma.
Su influencia, repito, es envolvente y evolutiva. Compañeritos que vienen a la escuela desde lejanas rancherías, viven dentro de una atmósfera completa de alegría, llena de comprensión y de ternuras: es la misma sangre, la misma carne y hasta el mismo linaje el que habla y modela nuestra mente y nuestro cuerpo. Comienza a medirse la distancia no por la razón del cielo y de la tierra, sino por el sentimiento, que es pradera cincelada por obra y gracia de un hombre sencillo y humilde, como son por lo general todos los hombres que, de una manera u otra, hojean y leen el libro íntimo de cada niño y de cuyo vínculo nace una nueva vida, modificada y altruista, saneada y alegre, para el bien social.
La vida infantil tomó así su sendero. No hay regaños, voces altas; hay confianza y entendimiento; no hay lugares escogidos, hay libertad de tomarlos para sentarse junto al compañerito o compañerita de mayor aprecio o simpatía; quien lleva un burrito formado de las raíces de alguna planta o de otro material, es para todos; el gis no se compra, hay yeso en la parte oeste del poblado, se va por él, se cuece, se muele, se tamiza y se tienen las barritas deseadas; la tinta, se adquiere de las vainas del huizache; el pegamento se extrae de las resinas o goma que brotan en las ramas del mezquite y, de esta forma febril, se imita a las abejas, a las hormigas, a los pájaros construyendo sus nidos cual llamaradas vivas y edificantes, cuyo origen es un arte etéreo y de leyenda, como la unidad humana, con su filosofía candente y de una verticalidad total, como una olla de riquezas puestas en hervor.
La labor del maestro se significa cada día. Tiene la virtud del conocimiento real de las cosas y de la vida y, por consiguiente, la visión clara de la enseñanza que no es simplemente instruir, sino construir, es dueño, pues, de una doctrina positivista y congruente. Su programa de acción se ubica definitivamente en una verdadera asociación de equipos de trabajo, cuyo valor pedagógico es democrático, con perfiles de una escuela verdaderamente útil y humana.
Así llegó a nuestra escuelita, repito, un viejo revolucionario del 10 —tío mío-, para enseñarnos el manejo del machete y del fusil con objetos de madera y que llegamos a esgrimir con el tiempo, con cierta destreza y lujo, para lucirnos después en el desfile de las fiestas patrias que estaban ya próximas. Así llegó también, ufano, sereno y altruista, el Director de la Banda de Música del Barrio, para inyectar en nuestras almas, la dimensión balsámica y tridimensional —voz, letra y música- del canto que es en sí, la página rediviva o eterna que representa los albores del ensueño que perfecciona nuestros actos en la vida como melodioso embrujo, y la melodía conmovedora del ritmo angelical que arrolla al hijo en su cuna, o el preludio de la vida en todas sus manifestaciones con Salmos de Amor, que a fe de ser pasajera, se manifiesta en el pentagrama lleno de una delicadeza estimulante y seductora, con esencias perpetuas y mutables hacia la eternidad.
Ahora bien, la polinización es el fenómeno más impresionante del reino vegetal. Las flores de una solitaria maceta o la de un tupido follaje —todas sostenidas a veces con una estabilidad extraordinaria-, cintilan entre miríadas de ramas con su variedad caprichosa y acariciadas entre el palmear de las hojas, se van extendiendo a manera de caminitos sinuosos por las faldas de los cerros, por los ríos, lagos, veredas, surcos y otras prominencias, esperando, llegado el momento de la floración, a sus aliados que son el aire, los pájaros, los insectos, para recoger el polen y llevarlo a zonas prolíferas y perpetuar de esta manera la especie, llenos de su fragancia y su heredad colmada de bellezas arquitectónicas con tintes de eternidad.
De esta manera se realiza por los cuatro puntos cardinales, el preciado don de la vida vegetativa o el mecanismo de la polinización, cuyo proceso sublime, es la quintaesencia de su estructura maravillosa, cuyo códice o leyes, desconocemos cada vez más, por ser más bella y más perfecta.
Libro: La Escuela en Espíritu
Autor: Epifanio Estrada Cruz





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