El maestro como aspiración y meta
- Epifanio Estrada

- 21 sept 2023
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Mis estudios han concluido. Ante la grandeza del propósito, se justifica la bondad y amor magisterial, porque ellos forjaron en mí ser, una atmósfera de trabajo, de filosofía nueva más próxima a la naturaleza, más humilde, más comprensiva, más indulgente, menos presuntuosa, como "una eclosión misteriosa bajo el impulso de la savia viva y fecunda".
ASÍ INICIÉ Ml VIDA DE MAESTRO RURAL. Enigmático personaje envilecido y vilipendiado hasta nuestros días, porque vive olvidado como la sombra de un destino apagado, y no como fulgente arma de amor para avanzar con él. Sin embargo, es la figura humana con todas las escalas virtuosas de una vida consagrada a soportar con estoicismo no solo los rigores de su afanoso trabajo, sino hasta el soplo cobarde de sus verdugos actuales, cuando ayer, fueron sus alumnos predilectos y amorosos. Personaje tradicionalista, que, a fuerza de voluntad y conciencia de su misión, se envuelve con el paisaje, las estrellas, las auroras y todo el cielo nuestro para cumplir con su deber. Es ejemplo de vocación magisterial porque recurre a toda fuente de investigación, brote de donde brotare, con tal de que la linfa sea "PURA Y DIÁFANA", porque de su integridad y adaptación, quiere y lucha hasta encontrar los medios de nacionalizar la ciencia y, por tanto, mexicanizar la enseñanza.
Ante este brote de mexicanidad, mi infancia tuvo un remedo de miel virgen con sus soles y primaveras; al recordarla con algo de luz en cera pura, la naturaleza surge diferente con toda su hermosa anatomía, pues ahora sus elementos que la integran, no son simples objetos de adorno, sino faces concretas hechas relicarios de espiritualidad en capullos que revientan como voz de la tierra en su edad florida. Veamos: allí, la piedra es ahora fortaleza, refugio, fuente; aquí, el árbol, como fecundidad eterna, amistad de sol, sabia de amor; a la derecha, el valle, estado de plenitud, senadores ataviados de mil formas sin pestañear, horizontes de felicidad en lluvias de estrellas; a la izquierda la montaña, el RODAS VERDE como faro de alabastro y luz de siglos, la hamaca con hilos heroicos, copa altiva con nacarada verbena de cascadas; abajo, el paraíso de la humanidad, la voz de la tierra en su edad productiva; arriba, el milagro de la vida, "hasta la última sílaba del tiempo conocido".
Este sería en parte, el libro abierto o polen del intelecto, la partitura elocuente que conduce al individuo hacia la inmortalidad; la almáciga que es belleza y camino sensible a lo espiritual; la comunidad de bienes como una herencia vigente; la escuela sin fronteras; la clase democrática tanto para los hombres como para los pueblos, y a guisa de sudario, la "púrpura imperial de las auroras" como bendición.
Ahora bien, una escuela, esté donde esté, sea como sea, tiene el poder creador con renuevos multiformes y eternos porque se viste de liberación y de cursos de armonía, de luz y de amor. Es una página inmarcesible para nuestra herencia cultural. TODO ES MATERIA VIVA. EN ELLA LOS OJOS DEL NIÑO DE SOLES SE INCENDIAN ES EL DESPERTAR DEL ESPÍRITU. ES LA CREATIVIDAD INMANENTE. ES LA DINÁMICA PEDAGÓGICA ADECUADA E ILIMITADA. Es, en fin, el principio de la sociabilidad en abierta comunicación o la DIALÉCTICA EN VIVAC ARDIENTE.
EL PRIMER NIÑO, el primer padre de familia, la primera escuela, la primera autoridad, el primer poblado, el primer lápiz, el primer cuaderno, el primer pizarrón, el primer Registro de Inscripción, el primer día de clases, significan la primera intención con una respuesta favorable. Es de justicia. Todos son mundos diferentes, pero del mismo Plano y del mismo Sistema. Su proyección será equivalente al trato que se le de cómo espíritu y no como máquina. Debe ser un naciente óptimo. Debe ser el reencuentro del querer del maestro y del querer del niño, para encontrar las primeras razones hacia una comprensión total, porque la cultura abarca la vida entera y, por este momento feliz, hay que llevar siempre la primavera en el corazón como la revelación de lo nuestro y de la solidaridad ÚNICA. Hay que abrirle paso a la inteligencia que ilumina, aclara y estimula. Esa facultad divina del querer, debe ser el oasis bonificado que brota de tierras más profundas que el del niño en su espacio material, porque lo han formado con mayor entendimiento, lo ha pulimentado con toda una experiencia más amplia e intensa. EL NIÑO es lo que se está reformando, lo inestable: el maestro, lo realizado, lo hecho, lo estable. aunque en grado perfectible. Por el niño, dice una voz amiga: "HAZ USO DE TUS OJOS, COMO SI MAÑANA FUERAS A QUEDAR CIEGO; ESCUCHA LA MÚSICA DE LAS VOCES, EL CANTO DE LOS PÁJAROS, COMO SI MAÑANA FUERAS A PERDER EL OÍDO. TOCA TODOS LOS OBJETOS, COMO SI MAÑANA FUERAS A PERDER EL SENTIDO DEL TACTO, ASPIRA EL PERFUME DE LAS FLORES, SABOREA CADA BOCADO, COMO SI MAÑANA FUERAS A PERDER EL GUSTO Y EL OLFATO.
Esa integridad profesional es del humano maestro que une a su vocación, el mérito del aprendizaje por medio de la fuerza de su dulzura y entrega, permitiendo con ello a que el niño vaya hacia la conquista del mundo en has del espíritu fraternizado. Los medios para lograrlos son diversos, es verdad, pero todos forman las coordenadas del paisaje educativo, en donde la moral es el mejor y mayor imperativo. Quien lo olvide, fracasará irremisiblemente, realizará una labor efímera y sin carta de mexicanidad o de buen maestro.
El estudio hacia una liberación económica, debe concebirse como de extrema complejidad, pero debe alcanzarse como algo inaplazable por la vida y la libertad del niño, del niño como factor que une a todo un pasado, con las nuevas luces del presente y hacia el camino del porvenir. Los programas. Los métodos, los sistemas como otros medios auxiliares forman la cadena de valores pedagógicos, pero con creatividad propia, pues la voluntad de ejercer, dirigir, trasmitir, corregir, ayudar, etc., es el resultado de la libre cosecha de experiencias y, por tanto, dueño de la visualización en su conjunto, pues el maestro, espíritu y naturaleza, es algo más que una conexión de instintos y de necesidades, es el elegido del destino como evidencia fundamental. Su esfuerzo, cristalizado en epopeyas mediatas como inmediatas, forman su mundo infantil, personificando esa determinada aspiración en realidad latente, para que conozca un mundo más humano y mucho mejor.
EL MAESTRO RURAL, el de banquillo o de base, tiene o debe tener una personalidad diferente a la de los demás maestros que también se consagran a la enseñanza de la juventud.
El maestro de primeras letras, posee la integridad de la tierra porque todo su ropaje físico y espiritual fue elaborado de esas tres dimensiones o entidades, es dueño de su cultura con personalidad propia, que "PERDURA EN EL ESPÍRITU, se alza en la tumba, inspira de lejos con imaginación y se adentra a las realidades que logra con menor o mayor éxito, pero que es suya, por su relatividad, porque se adhiere a todo organismo y se digiere como el conjunto de hechos que representa el valor permanente de su conducta".
Si estamos llenos de cultura superficial, es porque no queremos escudriñar nuestro estadio de riquezas, de la misma manera como el cultivador aprovecha la energía potencial de la simiente que deposita en la tierra y la vigoriza y abona para hacer más rápido, seguro y eficaz su crecimiento. A ningún cultivador se le exigen ricos, hermosos y sazonados frutos en donde no existe el germen cualitativo ni la savia que requiere la vigorosa fecundación de una planta.
La educación no puede producir frutos saludables y arrogantes si no se tienen los factores indispensables para su fecundación requerida, por eso la misión del maestro es más digna y meritoria por lo mismo que es más ardua e inteligente y menos caprichosa, automática y servil.
Esta concepción justifica, que los moldes de la educación deben ser cada día de una mejor manufactura científica y supeditada a una disciplina que aumente en potencia el desarrollo psíquico y la capacidad creadora del educando.
Los programas de enseñanza deben dar entrada a nuevos sistemas que acaben con los dogmáticos y anacrónicos existentes, "la escuela de leer, escribir y las cuatro operaciones es un residuo fósil de las sociedades medievales, como los castigos y los exámenes", urge crear verdaderos centros de convivencia humana por su profundidad natural y entrega, y porque abarquen en su estructuración una orientación filosófica, diáfana y dinámica.
Ahora bien, si la doctrina pedagógica que reclama el país para sus niños está ya escrita a nivel de los superiores anhelos de libertad y de progreso, eso no quita que sufran una promoción constante hasta que deje ya de ser TEÓRICA, administrativa y admonitoria, a efecto de que los maestros a su vez, no sean siervos de la rutina y del abandono.
Libro: La Escuela en Espíritu
Autor: Epifanio Estrada Cruz





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